La maldad en el mundo es algo que fue creciendo con el tiempo. Y lo mismo puede pasar en la vida de un cristiano, si permite que en su corazón y en su mente se alberge algo de maldad por muy pequeña que sea esta puede ir creciendo de tal manera que después sería difícil controlarla. 6: 11 “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.”
Noé era un hombre de carácter que no permitió que los demás lo contaminaran, esto hizo que el hallara gracia delante de Dios. V 8 “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.”
Noé sabía muy bien lo que él quería. Para que una persona salga victorioso en cualquier proyecto que tenga es necesario saber muy bien qué es lo que quiere lograr, el que no sabe que quiere está perdido.
Para poder convencer a otros es necesario primero nosotros estar convencidos, si no estás muy convencido de la salvación, te será muy difícil convencer a los demás. En lo secular es lo mismo si no estás muy convencido del proyecto que estas realizando te será muy difícil hacer que otros te sigan o te apoyen en lo que estás haciendo.
Lo que necesitamos para tener una buena relación con Dios.
1. oir la palabra de Dios. 13 a “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser,” 14 a “Hazte un arca de madera de gofer;” hay mucho cristiano que ha perdido el habito de leer o estudiar la biblia, y solo a través de ella es que podemos escuchar a Dios.
2. Creer a la voz de Dios. Hebreos 11: 7 “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase”
3. Obedeser a la palabra de Dios. V 22 “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.” No basta con solo oír la voz de Dios o creer en ella, también es necesario obedecer, hay muchos que oyen y creen pero tienen problema para obedecer.
En el tiempo del diluvio la solución era entrar en el arca dirigida por Noé. Hoy la solución es entrar al reino de los cielos guiado por Jesucristo. Marcos 24: 37 “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.”
La invitación para entrar al reino está vigente y es para todos, pero para lograrlo es necesario mantenernos firmes, perseverar hasta el final.
Cada día el mundo está más lleno de maldad. Y trata por todos los medios de convertirnos a él, de convencernos de que estamos equivocados. Pero los hijos de Dios no estamos para dejarnos convencer, estamos hechos para convencer. Jeremías 15: 19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.”
No dejes que las circunstancias cambien tu esencia de cristiano.
¿Zanahoria, huevo o café?
La hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.
Estaba cansada de luchar.
Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte.
Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
En una de las ollas colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.
Las dejó hervir sin decir palabra.
Su hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego.
Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón.
Sacó los huevos y los colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: “Querida hija, ¿qué ves?”
-”Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.
Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera.
Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café.
Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: -” ¿Qué significa esto, padre?”
El entonces le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte y dura, pero después de pasar por el agua hirviendo, se había vuelto débil y fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café sin embargo, eran únicos; después de estar en el agua hirviendo, habían cambiado al agua.
- “¿Cuál eres tú?”, le preguntó a su hija.
- “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?
¿Eres una zanahoria que parece fuerte, pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?
¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido?
Por fuera te ves igual, pero… ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café?
El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.
Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor
mejoren.
mejoren.
Y tú, ¿cuál de los tres eres?”
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